lunes, 1 de julio de 2013

Fin de curso de la abuela Pepa y la nieta Carmen (Carlos Parejo)


Doscientas velas a San Judas Tadeo, pero, al fin y al cabo, mi nieta irá a la Universidad. Se ha merecido el regalo: Varios pantalones de una cuarta, de esos que no se arrugan ni se planchan y sólo tapan lo justito. Y una sesión de depilación eléctrica para tanta pierna al aire. Y, por supuesto, sus zapatillas deportivas con la gorra a juego de la marca Nike.

¡Qué diferente a cuando yo estudiaba¡ Aprobé Preuniversitario y me arreglaron el vestido florido y primaveral de mi tía. Cuántas cintas, lazos y tirabuzones tenía. Y qué ancho era. Y qué larga quedaba su falda. Toda la tarde estuve entre plancha y almidones para ir a mi primera puesta de largo en la Casa de Pilatos. Y, mira por donde, cómo se ha ido acortando el traje de la mujer con el decurso de los tiempos. Ahora todo es enseñar y antes todo se nos iba en dejarles imaginar…

(¢) Carlos Parejo Delgado

1 comentario:

Vivian dijo...

Me quedé leyendo así, como si no quisiera que terminara, será porque a mí me arreglaban el vestido de una prima y yo lo estrenaba con orgullo (mientras me miraba en los charcos, y nadie me miraba)
El mundo, o la humanidad, ha dado un vuelco; no sé si para bien, o para mal, pero “es un desenfado”
No sé por qué los recuerdos se magnifican cuando leo este tipo de historias donde el pasado juega ser presente. (Creo que estoy hablando “cascaritas de piña”)
Besos Rafa