Mirando al ser humano, desconfío
de que haya alguien dispuesto a dar su
vida
a cambio de otra vida, por querida
que aquella fuese, tras pensarlo en
frío.
Y sin embargo, y no es un desvarío,
sé que si te advirtiese desvalida
hundiéndote a merced de su avenida,
me arrojaría, en tu socorro, a un río.
Sería un ademán, teniendo en cuenta
mis nulas aptitudes para el nado,
inútil y fatal, amén de osado.
Pero qué pena ahora que, en la
hambrienta
crecida de la más cruel pesadilla,
te hundes, no hallar la senda hasta la
orilla.
2 comentarios:
Se hunde, nos hundimos.
Estoy segura que lo harías.
Un beso, Rafa (te enseñaré a nadar, mira... por eso no vuelo, mi medio es el mar)
Ya sabes, este verano a practicar nado en La Bota, entre cerveza y cervaza
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