viernes, 19 de octubre de 2012

Cuento de horror


Día tras día, cuando aún no ha amanecido, sumido en la densa opresión del tráfico atascado, miro en redor de mi angustia, y todos los que me rodean, con el rostro enrojecido por la tinta infernal de las luces de freno, se me antojan siniestros maniquíes, muñecos hinchables a punto de estallar, despojados para siempre de su alma por el mismo demonio. Después, cuando llego a mi destino en ninguna parte, tratando de liberarme de la insoportable y pesada presión de lo vacío, de darme un breve respiro –hay paradojas sin explicación posible-, tras programar el temporizador y ajustarme bien la toma de aire, durante unos minutos me desinflo.

3 comentarios:

Milena dijo...

Rafa yo cuando "hiperventilo" ya se sabe...meto la cabecita un ratejo en la bolsa de plástico y digo yo...¿pero cómo va a serenarme mi propio CO2 es que es algo que no acabo de entender...¡qué cosas! jejeje...mira y ahora me entró la curiosidad y leo esto....

Ay qué risa lo de la "mano de comadrón"

Rafa, aunque me ría, el cuento sí que es de horror, tío !

Milena dijo...

Con las risas no puse lo de la "mano de comadrón"...

http://www.e-mergencia.com/foro/f159/se-hace-respirar-bolsa-alguien-nervioso-11944/

Besotes

Anónimo dijo...

Yo lo titularía Pesadilla de la A 49 por un currante SevillaHuelva