lunes, 3 de junio de 2019

La tormenta perfecta


Nuestro sistema de recuento electoral, admirado en todo el mundo —según le oí hace unos días a Julia Otero— por su perfección y diligencia a la hora de ofrecer al populacho resultados casi definitivos, no deja de hacer aguas durante los últimos días. Un Titanic en forma de urna de cristal, iPads de última generación y fibra óptica, que ha colisionado estrepitosamente con el iceberg de un fallo tras otro y otro y otro y lo que te rondaré morena —dando lugar a un incesante baile de diputados y concejales por doquier— en los recientes comicios de finales de mayo. Pero la orquesta se empeña en continuar tocando con inusitada contumacia El novio de la muerte. Esto pasa en la República Bolivariana de Venezuela y miedo me da imaginar las consecuencias geopolíticas de la cosa, con su coalición de tropas internacionales —eso sí, muy humanitarias e hiperdemocratizadoras— entrando a saco en el país caribeño para sacar los ojos y cortarle la cabeza al cabronazo de Maduro. Ya pasó con Allende, otro puto "comunista" de todos los demonios. Pero en España no, que España es una gran nación y los españoles, muy españoles y mucho españoles. ¡Viva Honduras!

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