lunes, 3 de septiembre de 2018

Paisajes huelváticos (13). Las Marismas del Odiel (Parte segunda). (Carlos Parejo)


En los últimos años los naturalistas nos hablan de sus almajos (salicornias) que son las que mejor resisten la elevada salinidad y su inundación periódica, pero también de sus bosquetes y matorrales más amantes de la tierra firme como lentiscos, retamas, pinos y eucaliptos. Esta última vegetación ribereña le otorga a las Marismas del Odiel mayor diversidad de hábitats silvestres. Y, entre ellos, destacan cromáticamente los vigorosos tonos verdes de sus sabinares y pinedas, que aportan una nota de frondosidad al paisaje, al que imponen sus brillantes colores cuando florecen en otoño o primavera.

Con todo, lo que atrae a miles de visitantes es su condición de refugio europeo invernal para la crianza de aves, sobre todo de las aves querenciosas de los limos y aguas someras como las colonias de espátulas y flamencos que conviven aquí con otras múltiples aves.

GRUNFELD, FREDERIC.V. , periodista de la revista americana LIFE, visitó a finales de los ochenta estas y retrató con esta sugestiva imagen su colonia de flamencos: “Había una gran bandada de unos 400 flamencos en torno a una de sus lagunas…Iban de aquí para allá con su andar inquieto y peripatético, y emitían esos graznidos de ganso que se han comparado con los gruñidos de una insatisfecha multitud en un campo de fútbol. Otras mantenían la cabeza bajo el agua y escarbaban el cieno con el pico para hallar moluscos, cangrejos y algas…”

La presencia de aves de un cada vez mayor número de especies diferentes –unas 60- no es baladí. Cada una va a lo suyo: “Espátulas, flamencos, agujas, cigüeñuelas, avocetas… se pasean con parsimonia hundiendo sus largos picos en el limo, mientras que zampullines, patos cuchara, patos silbones y porrones europeos nadan acariciando la superficie del agua con sigilo. Cormoranes grandes, águilas pescadoras y aguiluchos laguneros vigilan desde sus posaderos las presas más asequibles sin perder ojo”.

Y no paran de descubrirse nuevas poblaciones de aves que han comenzado a anidar aquí como los nordetanos zampullines cuellinegros o el águila pescadora. Ésta tiene ya una decena de nidos tras una década de intentos de aclimatación, cuando hacia treinta años que no anidaba en la región. Y para el avistamiento de este tesoro ornitológico, se ha creado una red de senderos y se han alzado hasta seis observatorios rústicos en las marismas del Odiel; observatorios que se construyen artesanamente poniendo la espartina y el brezo para las paredes y las cañas para las cubiertas vegetales, para que las aves no se alerten y mosqueen ni se afee este idílico paisaje.

(¢) Carlos Parejo Delgado.

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