Todas, por acción u omisión, hacemos política. Salvo, quizás, un porcentaje nada despreciable de políticos. Y suelen ser muchos de aquellos a los que o les faltan siete hervores o se pasaron de cocción, los que ocupan la cúspide de las estructuras ruinosas y ruines y al borde del colapso que arropan el descomunal despiporre en el que se han convertido el gobierno y gestión de los asuntos públicos. Entretanto, cimientos y vigas maestras, abandonados hasta el olvido.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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