domingo, 1 de octubre de 2017

Guerra de banderas

Voy a colgar una bandera en mi balcón. Se ve que mola mucho en estos días de patriotismo, bilis y neuronas abiertas en canal sobre la piedra negra de los sacrificios a lo maligno. Y no quiero ser menos. En principio pensé en colgar la tricolor, que es la de mis antepasados, la que llevo en mis raíces y en mis alas castradas de utopía. Pero finalmente la he descartado. No se corresponde con la realidad actual de este engendro cainita en el que han convertido a la pobre España los maltratadores que dicen tanto amarla. Igual que no se corresponde la rojigualda. Así que qué opciones me quedan. Con la del pollo lo más que haría sería limpiarme el culo. ¿La del Betis? Tampoco viene al caso. ¿Una bandera blanca? Ni aquí hay verdadera paz ni tengo pensado rendirme. Cuál, cuál, cuál, entonces, que refleje lo que está ocurriendo, tanta ignominia, la podredumbre en la que chapoteamos prácticamente inermes, los ladridos hidrofóbicos de la jauría, los caballos atados en las cuadras... ¡Ya sé! Una de cine. ¡La de La Perla Negra! !La bandera pirata!

1 comentario:

Carlos dijo...

Qué hace un pirata como tú en una sede tan prestigiosa como la del antiguo Hospital de las Cinco Llagas