martes, 19 de septiembre de 2017

Fábula del matador y la vaca


El matador de moscas
más patoso de aquellos
pagos de viña y sol
de justicia saltó
al ruedo —la cocina
de su casa— vistiendo
traje de pocas luces.
Septiembre agonizaba
y, tal y como mandan
desde siempre los cánones,
"eran las cinco en punto
de la tarde." A su lado
completaba el cartel
la vaca que tolón
tolón mataba moscas
con el rabo y que en toda
ocasión se llevaba
el gato al agua amén
del ascua —dos orejas
y rabo— a su cencerro
con sordina, dejando
al diestro muchos pitos
y ni un olé ni palmas.
Así que el matador,
cansado del fracaso
propio frente a los logros
de la vaca lechera,
dejó su matamoscas
en barbecho y se armó
con un lanzacohetes
antitanque, seguro
de triunfar de este modo
en la lidia dejando
a la vaca compuesta
y sin novio ni perro
que pudiera ladrarle.
Y así, desde ese mismo
día a "las cinco en sombra
de la tarde", las moscas
camparon a sus anchas
devorando entre ruinas
los restos sin aliento
de matador y vaca.

1 comentario:

Carlos dijo...

Atrevida Metáfora antibelicista