miércoles, 6 de mayo de 2015

Consejo

Ojos como colmillos
de víbora o cometa
erigen su guarida
en la boca del lobo.
La luna abre sus piernas
de escolopendra lúbrica
y un caracol gigante
―barritando blasfemias
y engullendo sus babas―
se arrastra, moribundo,
por la senda esmeril
que conduce al osario
donde yacen los restos
de moluscos y vírgenes.
(Si hallases las cenizas
del Fénix, no derrames
tu hiel en sus muñones
ni devores sus lágrimas.
Extírpale la lengua
y úsala como báculo
para huir de la bruma)

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