jueves, 17 de enero de 2013

Poemas serios (XV)

La muerte, una vez más
–y suman no sé cuántas–
me roza y, en el áspero
rasguño que acontece,
me dicta rescatar lo moribundo:
la mañana, el rocío
sobre el trigo en sazón, y un cántico de pájaros,
que brota desde el fondo de una hoguera
abierta entre la cálida tersura de la nieve.
Pero el silencio es sólido
y, en su marmórea estancia,
anida, invulnerable, el más lóbrego invierno.

Fotografía: Richard Avedon

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este poema es de los que desborda mi corta inteligencia