llueven sobre el desierto arenas muertas
cegando el sol y el giro rotatorio
del alma aletargada del planeta
aúllan licántropos vestidos de ángel
con alas de murciélago y armados
con la impiedad que esgrime un matarife
“a cambio de esquilaros hasta el hueso
os dam-
os caridad”
(a oscuras no es posible discernir
a un líder –negra oveja- entre el agónico
balido miserable del rebaño)
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