lunes, 5 de octubre de 2009

Eucaliptos


Tenaz creció la encina en los confines
Del páramo esquilmado por los hombres;

Su afán era existir, ser fruto y sombra;

Pasó por lustros de salitre, escarcha;
Vivió dos guerras; subsistió al incendio,
La oruga, el rayo, al frío campesino.

Acogió al herrerillo en su regazo,
Mitigó los sudores del labriego
Y amparó en su corteza las promesas
De amores pubescentes sin recato.

Creció adusta la encina a manotazos
Y se hizo emblema, símbolo inequívoco
Del pulso que alimenta a la utopía,
De un sueño que despierta y se hace carne,
De savia que se agita en primavera.

De súbito un bulldozer un día aciago
Taló las esperanzas de la tierra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Rafita, qué final! Así nos vamos a quedar sin sombra!
Me gusta el olor de los eucaliptos(ese que arrastra el viento)y tus versos.
Un beso, dos

prometeoencadenado dijo...

Negocio al fin y al cabo, que mas da la tierra ante el parne, que mas da el que tus hijos no tengan sombra o un lugar que no sea mas que desierto y pobre...asi es este mundo de prisas para todo..un abarzo.