lunes, 15 de octubre de 2018

Paisajes huelváticos (17). Los castañares de la Sierra de Aracena. (Carlos Parejo)


Son muy escasos los parajes serranos de Andalucía donde han prosperado los bosques de castaños o castañares. Dentro de éstos, la Sierra de Aracena es, junto con el Valle malagueño del Genal, uno de sus territorios principales, donde ocupan varios miles de hectáreas.

Un literato local se hace eco hace ya más de un siglo del ambiente fresco y sombreado de este paisaje forestal y de la riqueza de su sotobosque: “y los castaños umbríos dejan caer la húmeda sombra de sus hojas y sus erizos sobre la alfombra perfumada de helechos y orégano” “el sombrío tono de los castañares que, en grandes masas de verdor oscuro, ocupan (…)”: NOGALES, JOSÉ. La Peña de Arias Montano. El Liberal. Madrid. 1900.

Hay viajeros que se detienen de la originalidad de este bosque caducifolio, en un contexto donde predominan especies perennes como la encina o el alcornoque, desnudo de hojas en invierno: “los altos castaños, desnudos como esqueletos, parecían tiritar (…)”: NOGALES, JOSÉ. 1900-1908. El Angel de Nieve. En “El Angel de Nieve y otros cuentos andaluces.” Editorial Guadalmena. O cuando el académico de la lengua RODRÍGUEZ ALMODOVAR, ANTONIO. Un lugar parecido al paraíso. Editorial Labor. Barcelona. 1991. Alcalá de Guadaira. Sevilla.1988., nos recuerda que: “los árboles quedarán totalmente desnudos, con sus ramas hacia el cielo, componiendo una estampa de gran atractivo también en el invierno, en el que los castañares se muestran vírgenes.”

OLIVERO PALOMEQUE, JOSÉ. Andaduras por la Sierra de Aracena. Editorial Miramar. Málaga. 1999 nos introduce en su condición de bosque naturalizado procedente de la repoblación desde el Norte de España en tiempos medievales: “logran dar al paisaje cierto aspecto norteño. Sobre todo cuando el sotobosque crece a sus anchas entretejiendo una malla impenetrable”

En cualquier caso, los viajeros señalan que este bosque importado diversifica el cromatismo de los paisajes forestales de la Sierra de Aracena: “el castañar es el símbolo de la ocupación exterior, la repoblación cristiano medieval con pobladores gallegos (…) se incrusta en el territorio de la dehesa, donde representa lo exógeno, lo exótico, lo distinto, lo original, la ruptura del verde pardo, la policromía. El verde brillante de las hojas de castaño desde la primavera y el verde claro de los erizos en verano contrasta con el verde pardo de las quercíneas”: MONTEAGUDO, JESÚS. Síntesis de paisajes en la provincia de Huelva. XXV Congreso de la Asociación de Geógrafos Españoles AGE. Madrid. Octubre de 2017.

La vejez de los árboles que integran los bosques de castaños es otro aspecto original: “El castañar ocupa una extensión de entre 4.700 y 5.000 hectáreas, lo que supone una población total de alrededor de 270.000 castaños. Se trata además de un bosque muy antiguo. La edad media de estos árboles está entre 350 y 400 años, aunque algunos ejemplares se acercan al milenio.” : SIERRA SOSTENIBLE. DESARROLLO SOSTENIBLE DE LA SIERRA DE HUELVA. El Castañar de la Sierra en otoño. Cuatro rutas para disfrutarlo. 2018. En: www.sierrasostenible.es. Si bien, la vejez de estos árboles hace que su bosque tenga un aspecto como de bosque mágico o encantado: “Los erizos abren su secreto y dejan caer las pulidas castañas, los viejos troncos carcomidos parecen dispuestos a alargar las ramas para coger por los cabellos a Blancanieves y hay un cielo turquesa, de frío transparente y lejanos humos que no se sabe de dónde vienen. Un bosque de cuento. Un bosque encantado”: COBOS WILKINS, JUAN. Sierra de Aracena. Un lugar encantado. Revista Península. Madrid. Año 2002.

Y, en relación con esta antigüedad del bosque naturalizado, el castañar es, además, un territorio de gran biodiversidad animal: Ya que si importante es para el hombre la presencia del castaño, no lo es menos para la avifauna que aprovecha su presencia como cobijo, sombra e incluso alimento. Zorros, ginetas, gatos monteses, comadrejas, mirlos, abubillas, currucas o rapaces nocturnas, como el mochuelo, la lechuzas o el cárabos son habituales en este territorio.

Aquí, la riqueza del paisaje forestal es consecuencia de la estabilidad histórica de los castañares en las pequeñas explotaciones de la Sierra de Huelva, lo que se traduce en que ejemplares de gran altura y enormes troncos retorcidos llenan por completo la superficie de estas explotaciones agrícolas de carácter familiar, en las que sus propietarios cuidan con mimo a este árbol, una labor heredada de generación en generación.

(¢) Carlos Parejo Delgado.

1 comentario:

Carlos dijo...

UN VIAJE EN OTOÑO AL CASTAÑAR, TRAS LAS LLUVIAS, OS DELEITARÁ LOS OJOS