Llega la media tarde. Hacen su entrada en el pub de copas una interminable procesión de treintañeros y cuarentones.
Huyen de esta Heliópolis meridiana y meridional, buscando el ambiente umbroso y el frescor del aire acondicionado del local. Se repantingan en sus mullidos y elegantes butacones y sofás como si estuvieran en un piso de lujo.
Una gran pantalla de plasma les invita a recordar nostálgicamente videos musicales del siglo pasado. Mientras van degustando hasta el atardecer una veintena de cócteles exóticos, charlan o se divierten con juegos de mesa.
¿Reavivan aquí sus sueños juveniles más frescos y salvajes entre el alcohol y este ambiente íntimo, confortable y sensual, tan seguro como sus hogares y sus cuentas corrientes?
(¢) Carlos Parejo Delgado
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