Llueve a cántaros. Con avaricia. Con saña. El barrendero urbano, calado hasta los
huesos. Mudo. Rendido ante el efecto de la lluvia en sus carnes de
sesentón sin futuro. ¿Mudo? No del todo. De súbito, en tanto enciende un
pitillo al resguardo de unos soportales, masculla algo casi ininteligible. "¿En el pasado? ¿En el
pasado? ¡Manda cojones! Cómo se nota que ese señor no tenia que ganarse
el pan en la calle Y que gastaba buenos paraguas". Se termina el pitillo
y continúa a lo suyo. Llueve a cántaros.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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Realismo urbano. Literatura de calle y popular
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