viernes, 30 de octubre de 2015

Cielorraso

Entre las cicatrices
sangra, abierta, una herida
sin sutura posible.
Una grieta, un vacío
del color de la bóveda
celeste: ese espejismo
tras el que, agazapado,
insalvable, se extiende
el abismo. Y no sabes
cómo ni cuánto duele.

2 comentarios:

Joaquín Galán dijo...

Siempre queda alguna herida sin cerrar para recordarnos nuestro paso por la batalla que es la vida.

Saludos

Carlos dijo...

Herida y dolor son un horror