Dios
creó al hombre y, viéndolo
solo
en el paraíso,
le
sacó una costilla
y
con ella creó la primera mujer
–según
nos cuenta el Génesis.
Y
a partir de ese instante
el
hombre la creyó
creada
para servirlo,
para
satisfacer
su
apetito y caprichos,
para
hacerle de mula,
para
hacerle la cama,
la
colada, la cena,
el
amor aun no amándolo,
para
asarla al carbón
o
comérsela cruda
luego
de una somanta
inhumana
de palos
a
objeto de ablandarla.
Y
desde entonces las mujeres paren
crean
vida, dan su vida
cuidando,
amamantando
sin
distinción de sexos
al
fruto de su vientre,
haciendo
camas, cenas,
el
amor, la colada,
como
mulas, asadas
al
carbón, o apaleadas,
temblorosas
y crudas.
Y
dios, ese grandioso
ingeniero
genético,
observa
como el sueño
de
Adán es pesadilla
para
Eva, y no hace nada.
¡Padre!,
por qué demonios
nos
has abandonado.
(Silencio)
1 comentario:
Ya lo dice la oración "desventuradas hijas de Eva"... bello poema feminista
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