1952: Mi señor abuelo se despide desde el vestíbulo antes de salir a la calle, mientras la fámula le pone su elegante chaqueta azul adornada con varias insignias civiles. Intuyo que se dará su paseo habitual y luego tomará el aperitivo en el casino. Por la tarde, como es día festivo, nos llevará al campito y nos invitará a merendar. Y de las fiambreras no pararan de salir exquisitos bizcochos y lonchas frías de embutidos y quesos que, junto al oloroso chocolate guardado en el termo, nos harán la boca agua.
2002: Mi abuelo se pira a sus clases de aerobic a pasarlo crema. Le hago una foto con el móvil y al rato está “trending topic” en mi “twitter”. Y es que está “guay” a sus ochenta años con su chándal lleno de “pins” hippies y encasquetado con su “walk-man” de corredor de “footing”. Deduzco que se ha cansado de hacer “zapping” en la TV y no quiere que le dé la “paranoia” con tantos “realities” y “spots”, o bien que no es capaz de superar el elevado “hándicap” del “video game” que le he prestado para retrasar su “alzheimer”. Pero por la tarde se enrollará y nos iremos de marcha por el “country”. Allí sacará el “tupper-ware”, repleto de deliciosos “sándwichs” y “plum-cakes”. Y éstos irán a mi vientre y no volverán, ni siquiera las bebidas “lights” ni lo “yogurts”; sólo lo harán las latas retorcidas y los “kleenex” arrugados. ¡Vaya “feeling” me espera¡
(¢) Carlos Parejo Delgado
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