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Un súbito aquelarre, infame eclipse,
Abate los barrotes con sus sombras
E invita a desplegar garras y aullidos
Al verbo condenado a ser guarida;
A ser sin compasión cepo y veneno
A cambio de una luz, fatuo espejismo,
Lamiendo los muñones indelebles
Tatuados como llagas en los sueños.
Tan sólo es necesario convocar
A alzarse a las cenizas de su abismo.
Mas nunca deleitó la sangre al lobo:
Jamás habrá en su jaula de invocar
Fantasmas del pasado.
1 comentario:
Mue has sorpendido y alucinado ocn este bello poema...un fuerte abrazo.
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