sábado, 2 de enero de 2010

Las 12 gambas de la puta suerte


ODIO las uvas. No obstante, cada fin de año, desde que tengo uso de razón, he venido cumpliendo con ese nada ancestral y muy estúpido rito –concebido, como es sabido, por un grupo de cosecheros del Penedès en 1909 para tratar de desembarazarse de los ingentes excedentes de ese año- de tragar como los pavos las 12 uvas de la suerte. Pero nunca vi realizados mis deseos. Así que, tras la ya más que esperada frustración de comienzos de 2009, acabé por pensar que engullir 12 uvas –pese a la peligrosa alergia que padezco hace un tiempo con respecto al fruto de la vid, las moscas y septiembre- era algo tan fácil que no merecía como recompensa el cumplimiento de deseo alguno. De modo que decidí complicar un poco la cosa y, en la próxima oportunidad, en lugar de 12 uvas, zamparme nada más y nada menos que 12 gambas –adoro la gamba blanca de la costa de Huelva. “Bueno, eso no es para tanto” –pensará más de uno. Ya, ya, pero es que no sólo se trataba de comerlas, sino también de pelarlas con cuchillo y tenedor en el tiempo que transcurre entre la primera y la última de las campanadas de fin de año. “¡IMPOSIBLE!” –puede que piensen ahora. Pero pocas cosas hay que no se puedan conseguir a base de sacrificio y un buen entrenamiento. Entre 6 y 10 horas diarias me he llevado desde entonces practicando; entre 6 y 10 horas diarias pelando gambas con la delicadeza de un gourmet para engullirlas igual que un cerdo.

Suena la última campanada del año y, para comenzar 2010, ¡PRUEBA SUPERADA! Pero tampoco en esta ocasión me ha sido concedido mi deseo, cuyo cumplimiento, en este mundo de prisa permanente y desenfreno, debía haberse producido de inmediato. Y aquí estoy, merced a los precios estratosféricos de la gamba blanca en el mercado, con todos mis bienes embargados por el banco; con uñas y cabellos tintados de una extraña coloración anaranjada –trato de poner en pie algo que recuerdo haber visto en un documental de la “2” explicando el porqué del color del plumaje de los flamencos-, y el pie izquierdo –por aquello del ácido úrico- más hinchado que la bota de un tirano sobre el cuello de sus avasallados vasallos. El año próximo probaré con huevos duros.

6 comentarios:

dafne dijo...

Genial!
Ahí estamos comon humor...ácido o dejémoslo en cítrico.
Hablando de cítricos sólo queda en tu humor porque los valencianos estan helados y después con este viento que trajo la gloriosa nochevieja...los agricultores como siempre por tierra.
Seguros...."pa" que os quiero

Besos!!

Silvia Delgado dijo...

je, je, creo que no te va a ir muy bien el año pròximo, si sustituyes uvas o gambas por huevo duro. la indigestiòn puede ser mayùscula¡¡

rosa_desastre dijo...

No te quejes...hay quien tomó ruedas de molino.
Un besazo

Caminante dijo...

¿duros? y ¿porqué no blandos?
Besos: PAQUITA
como dijiste... que si dejamos de vernos sea porque se ha ido la luz

Dolo dijo...

Bueno, se cumplirán o no tus deseos, pero las gambas ya las llevas en el cuerpo....Jajaja! Feliz año nuevo, Rafa, de corazón!!

Eria.. dijo...

Pélalos antes...