martes, 29 de diciembre de 2009

El frío pertinaz de las estatuas


(La maldición)

Cuando yo muera
Cuando
No haga falta el olvido
Y no duela el costado
Ni la náusea la náusea
Y no haya sed ni tiempo
Cuando yo muera
Cuando
El pecho detenido
No eche a faltar el aire
Ni el labio exangüe el agua
Y cese el miedo el vértigo

Entonces

Sólo entonces

3 comentarios:

dafne dijo...

.........
¿¿dejaré de amarte??
Parece que una mentalmente ,termina asi el poema.
Besos

Caminante dijo...

... sólo entonces
volverás a llorar sobre mi cadáver.

Pues no es mal final... casi casi previsible. Ya se sabe... de muertos todos buenos, ya no hay lugar para el rencor, sólo nos queda el olvido.

Y... ¿sobra una náusea o
tiene que ser las dos?

"Y no duela el costado
Ni la náusea la náusea
Y no haya sed ni tiempo"

me despido sin náuseas. Un par de besos con abrazo incluído: PAQUITA

ralero dijo...

Es uno de los posibles, quizá el que más, sí, dafne. Aunque puede, o no, que yo imaginase otro. Eso sí, en esa línea. Pero preferí dejarlo abierto.

No, Paquita, ese final no cabe. Es un proceso interno, sin necesidad -aunque tanto lo necesite- del otro. Y menos de sus lágrimas. Y no, no, aunque sobren, en el texto no sobran náuseas.

Abrazos.