Las hadas de las marismas duermen acurrucadas en frías madrigueras. Durante el día aspiran los humos del progreso. Nos protegen. Bien pronto pereceran con los pulmones anegados de impotencia y azufre. Y entonces estaremos solos. Indefensos. A merced de la niebla.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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