lunes, 27 de febrero de 2017

Hogar, dulce hogar: los paisajes domésticos (1). La Chocolatería de Asquenet-Sur-Tannes (entre Toulouse y Burdeos) (Carlos Parejo)


La entrada de la puerta conservaba la enseña de la gavilla de trigo, distintiva de la antigua panadería, así como una sarta de campanas colgadas, que comunicaban la entrada de un cliente.

Una vez dentro, la hija había pintado las blancas paredes, para romper su monotonía, con motivos de Las Mil y Una Noches: Duendes y unicornios, princesas volando en alfombras y genios saliendo de lámparas mágicas,… El aroma se embargaba del horno donde se cocían los dulces de chocolate y sus especias. Dejaban ese deje rudo y terrenal de las Américas, el vaho caliente y resinoso del bosque tropical.

Unos agujeritos redondeados al pie de cada puerta facilitaban que los gatos circularan sin impedimentos de una a otra habitación. En cada una había velas de diferente color (rojas, naranjas, azules y amarillas) y palitos para quemar espliego, cedro y limoncillo, como si se estuviera en medio de los campos de alrededor. La luz eléctrica se encendía solamente para leer. Eran farolillos de colores que semejaban frutas luminosas. Y debajo de las almohadas había saquitos de perfume de sándalo, para endulzar los sueños.

En los pretiles de ventanas y balcones había macetas de geranios rojos, naranjas y rosas que destacaban sobre los postigos pintados de verde. Detrás se habían colocado visillos transparentes de bordados y encajes, que tamizaban la entrada de la luz y las ojeadas indiscretas de los curiosos…

PARA SABER MÁS: Harris, Joanne. Chocolat Deliciosamente sensual. Mondadori. 19998. Barcelona.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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