lunes, 19 de diciembre de 2016

Cuentos de la Calle Castilla (15) (Carlos Parejo)


Año 1695. Cuando llego a los alrededores de la calle Castilla me invade el negro y asfixiante humo que despiden varias decenas de alfares, ladrilleras y tejares situados entre la calle Alfarería y ésta. Humos que se pierden por la Vega de Triana y no estorban a los residentes en la ciudad amurallada.

Huele también intensamente a barro húmedo preparado para ser manejado y a ladrillo cocido recién salido de los hornos. Estos oficios son un negocio próspero que ha levantado el vuelo con la Carrera de Indias. Además, el genovés Niculoso Pisano ha puesto de moda un estilo propio, el del azulejo vidriado y pintado, muy demandado por la alegría y elegancia que confiera para adorno de las paredes, bancos y escaleras de las casas nobles y burguesas sevillanas, y está cobrando fama allende la nación, como si fuera otra Talavera u otro Manises.

Aunque quizás llegue el día en que al barro lo sustituya otro producto más duro y resistente como el hierro, o más flexible y menos frágil, como alguna fibra. Entonces puede que sólo quede el recuerdo de esta pujante actividad en forma de Museo de la Cerámica trianera, para deleite de turistas y formación de jóvenes generaciones.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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