En esta parte del mundo a la que llamamos libre cuando debiéramos usar el término libertino, cada cual puede escribir de lo que se le ponga en el potorro o en la polla. Nunca censuraré, entre otras cosas porque me la pela y porque también en más o menos ocasiones también yo lo hago, a aquellos que se dedican a describir con sus letras amores perros o en almíbar o bucólicos paisajes sazonados de exóticos y melodiosos pajarillos. Pero que nadie venga a tocarme los cojones con argumentos literarios restrictivos enfocados a ensalzar la belleza de lo puro y a abominar del fango y las letrinas, en las muchas ocasiones en las que me da por escribir en verso o prosa acerca de los execrables hijos de una tal por cual que se dedican a jodernos la vida.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Libertad de expresión y respeto a los demás deberían ir unidos, o si no, conflicto gordo de besugos mordiéndose el cuello
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