Imposible expresarse en estos tiempos
sordos y estrepitosos de hologramas sin tuétano
y esmog en el sistema nervioso de las jergas
—despotismo iletrado.
La poesía ha muerto,
la comunicación
del yo abierto en canal al otro como ofrenda es un fantasma
que escribe, mientras cava su tumba, su epitafio.
Hoy los héroes son masas amorfas de carroña
que embelesan al hombre con sus mudos
cánticos de sirenas y sus máscaras
de oro y piedras preciosas hurtadas a los muertos.
El poeta es un perro
estúpido ladrándole a la luna
en una noche cruda de tormenta
en tanto la riada lo arrastra hacia el océano.
Habrá que pertrecharse de estentóreos
errores ortográficos y falsos testimonios
para no ser quemados como herejes
en este último tránsito a lo frío.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
2 comentarios:
Muy optimista
Ya nunca a lo divino...
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