esperando soñar con todo aquello
que en la vida real se me ha prohibido.
Pero el insomnio es terco.
Así que sólo alcanzo a soñar un instante
sueños en duermevela,
con el aliento frío de la vida
real en el cogote.
Y, estando, tú no estás. Y, si apareces,
me miras, como ahora,
de forma inquisitiva ―¿estoy soñando?―
y, sin decir siquiera adiós, te alejas
como en la realidad. Y escribo este poema
a fin de no olvidar ―porque los sueños
se olvidan fácilmente―
que estuviste en mi sueño y me miraste,
como en la realidad, de forma inquisitiva
y, sin decir ni adiós, después te fuiste.
Como en la realidad.
Como en la realidad, ¡malditos sueños!,
escribo este poema,
porque en la realidad tampoco olvido.
2 comentarios:
Bellísimo. Ese final no tiene precio, todo, tú.
Los sueños, cuando estás dormido, son tan absurdos. Eso si, cuando sueñas despierto es maravilloso. A veces pienso que si alguien viera las cosas que se me ocurren al cerrar los ojos…¡Me llevarían al manicomio!
Besos Rafa.
Freud habría pagado por componer estos versos
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