y luego otra y otra y otra y cientos,
sin esconder la mano. Lo que ayer
hubiese sido un acto
de execrable y cobarde
barbarie, ahora que es tarde
y va a cumplirse el tiempo
sería misericordia.
Tira la piedra; tengo,
amén de la esperanza
destripada en mis manos,
los párpados cerrados.
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