un laberinto —por ejemplo
una pupila ausente
tatuada como un perro
de presa en la memoria—
no es más que un no lugar sin centro
confinado en la Noche
a qué buscar entonces la Salida
vendrá Ella a nuestro encuentro
devastando los límites
que separan las sombras
del destiempo y el vértigo
con la violencia ciega
de una locomotora
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