1. La tertulia política de aquel programa de televisión era tan reaccionaria y machista como sus anuncios. Siempre de coches de alta gama, trajes de chaqueta de marca y mágicas maquinillas de afeitar, nunca de maquillajes, detergentes para la ropa ni yogures bío.
2. Sus niños adoraban esa serie mañanera de dibujos animados que suponía una hora de tranquilidad en el hogar. Pero le sucedía la petición ininterrumpida de todos los cachivaches en forma de juguetes electrónicos que salían en sus anuncios.
3. Aquella adolescente nunca había leído un libro de ética. Su modelo era el del héroe de su serie televisiva americana preferida: Salir adelante egoístamente de cualquier trance, mediante putadas a cualquiera que le hiciera sombra; colmar de alabanzas y rendir admiración a otros cuerpos jóvenes y resplandecientes que engrandecieran su imagen; y mofarse con la pandilla de los humanos más débiles, fofos y viejos.
(¢) Carlos Parejo Delgado
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