El Gran Parque de Miraflores (135 hectáreas) separa los barrios periférícos del sector Macarena Norte de los de los polígonos del sector Oeste.
A mediados del siglo veinte, una vez se desecó el arroyo del mismo nombre, todo este lugar se convirtió en un gran descampado, donde el Polígono Industrial Store se nutrió de materiales y vertió sus escombros, los vecinos de Los Carteros, San Diego, etc. pidieron que para arreglar tanto estropicio, aquí se levantara un gran parque de distrito, como preveía el Plan Urbanístico.
¡Y pidieron mediante la Plataforma Vecinal (Asociación Comité Pro-Parque Educativo Miraflores) con insistencia (manifestaciones en bicicleta, exposiciones, recogida de firmas, etc.) y tesón, y al final se les dio¡ En los años ochenta el Parque comenzó a hacerse realidad con el maná caído , no del cielo, sino de los primeros fondos europeos. Durante esta década se consolida el Parque sólo en su sector Sur. Aprovecha lo que fueron terrenos inundables para huertas medievales, propiciadas por el arroyo de Miraflores (llamado Tagarete a su paso por Ssvilla).
La circunstancia antes mencionada le otorga un doble carácter: el de parque mediterráneo combinado con Parque Arqueológico. Y es que no se ha hecho tabla rasa del pasado. Se ha restaurado la antigua Hacienda o Cortijo de Miraflores (siglos XIV-XV). Ésta conserva una torre almohade, sus molinos, el único secadero de tabaco de la capital, su alberca y su pozo-noria y quizás tuvo hasta mezquita. Todos estos restos arqueológicos están fabricados con el clásico ladrillo mudéjar.
La Finca de la Albarrana es otra construcción más al sur. Fue propiedad de la Orden de los Jesuitas, hasta su desamortización. Sus canalizaciones proporcionaban agua al Hospital de las Cinco Llagas a partir de una fuente del siglo XIII. Durante las labores de construcción del parque, se descubrieron y rehabilitaron los cimientos originales del puente de ladrillo con tres arcos de medio punto, que cruzaba aquel arroyo Tagarete, llamado Puente Alcantarilla, tratándose ahora del puente más antiguo de Sevilla (siglo XVIII).
Este Parque tiene, entre otro de sus grandes logros, la idea de recuperar la tradición hortícola de la zona. Para ello, donde se ubicaron las fincas y haciendas se han creado los 200 huertos sociales urbanos y ecológicos de Las Moreras (de 100 metros cuadrados cada uno). Sirven tanto para educación de los escolares del entorno, como para ocio de mayores y adultos, y como complemento alimenticio de desempleados. Cerca, en la Huerta de la Albarrana, funciona una escuela de jardinería , en la que se ha diseñado un sencillo jardín organizado en parcelas, cada una dedicada a una determinada especie frutal mediterránea (moreras, higueras, madroños, granados, etc.), para que sirva a los hortelanos de provechosa enseñanza.
Ha sido un esfuerzo de casi treinta años, pero se ha conseguido que los bosques de `pinos piñoneros cubran todo el sector Sur del Parque Miraflores, recreando ahora un paisaje de pinar mediterráneo a lo largo de extensas zonas que, además, no exigen mucho riego.
En el centro del parque, encontramos la única laguna natural que se conserva en Sevilla capital. Está rodeada de césped y flanqueada por árboles como tipuanas y paraisos. Se construyó como elemento paisajista singular del Parque. Para ello se conectó con el manantial de agua natural, a la vez que se construyeron pozos para alimentar el recuperado arroyo del Tagarete que -con forma de canal- atraviesa parte del parque. Al mismo tiempo, desde estas láminas de agua se procura extender la red de riego a todo el parque. Sin embargo, la escasez presupuestaria crónica hace que ,tanto el lago como el canal, se llenen demasiados veranos de malas hierbas, hierbas secas y algas que, junto a las basuras que se arrojan, favorecen la presencia de aguas estancadas y con mal olor y, sobre todo, de ratas y otros roedores, que no agradan precisamente a los paseantes.
Más al norte el parque presenta una configuración a base de setos y grupos de cipreses, en los que intercaladamente se han construido una pista de patinaje asfaltada, una pista de skate y una zona de columpios. De los juegos infantiles, solo quedan los aparatos más funcionales, prácticos y correosos, mientras que ha habido que sustituir a los de mayor belleza estética por el vandalismo. Lo mismo ha sucedido con los bancos de fundición tradicionales, por lo que predominan los bancos de hormigón, rectos y que provocan dolores de espalda cuando nos empeñamos en una excesiva permanencia sentados allí. Hubo también antiguos kioscos y mesas para jugar al ajedrez, pero tampoco han sobrevivido al vandalismo urbano
El antiguo camino de Miraflores que atravesaba esta zona se ha convertido ahora en una gran avenida peatonal asfaltada o de albero, que recorre buena parte de este espacio, y viene siendo objeto de una Carrera Popular, orgullo de los deportistas sevillanos.
(¢) Carlos Parejo Delgado