"La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura atormentada, el alma de un mundo desalmado, y también es el espíritu de situaciones carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo."
Carlos Marx, de "Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel." (1843)
Desde que Carlos Marx, puede que inspirado en cierto modo en el "panem et circenses" del poeta romano Juvenal, definiese a la religión como el opio del pueblo, han ido apareciendo en nuestras sociedades nuevos narcóticos de diseño destinados por los poderes fácticos y sus títeres políticos a adormecer la conciencia colectiva y las inquietudes del pueblo.
Cuando la clase política, fruto de su ineptitud, se muestra incapaz de resolver los problemas del ciudadano o, lo que es peor, cuando se afana en crearlos por resultar provechosos, amén de para sí misma, para el enriquecimiento de las élites a las que sirve, crece la oferta y, consecuentemente, el consumo popular de estos narcóticos. De todos ellos, puede que el más consumido en la actualidad sea el fútbol.
Una droga que, si se tercia, puede tener el potencial suficiente para empujar a los rebaños a lanzarse en masa a las calles para, versionando a Patricia Manterola, reclamar "que el fútbol no pare, no pare no, que el fútbol no pare", en tanto permanecen adormecidos ante los problemas reales que los aquejan y los que los generan: esos depredadores insaciables que, disfrazados de buenos pastores, los mantienen permanentemente narcotizados en el redil a la espera de que les llegue la hora de tomar el callejón del matadero. O el camino de unas urnas cada vez más espurias.
¿Habrá problemas de diverso tipo en Huelva? Paro, desigualdad, contaminación ambiental, un sistema de transportes plagado de deficiencias... Pues ninguno de ellos es motivo para movilizar a la población como lo hacen los diferentes problemas que aquejan al Recreativo de Huelva, decano del fútbol español. Ocho mil personas recientemente. Aunque al estadio, sólo un par de días después, no acudieron ni tres mil. Y es que un buen número de onubenses sólo se identifican, al parecer, con la droga que los aturde y les hace perder la noción de la cruda realidad en la que se hayan sumidos.
Y, por si el rebaño no hubiese tenido bastante caldo, otra taza. Rosa Aguilar, Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, tras reunirse con Gabriel Cruz, Alcalde de Huelva, anunciando la incoación inminente de un expediente destinado a inscribir al Decano, como Bien de Interés Cultural (BIC), en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Demagogia para cultivar la idiocia colectiva. Y para ganar votos a cambio de bien poco. Y, en Huelva, todos tan contentos. Y tan panchos. Incluida Izquierda Unida, la Izquierda Unida de mis amores.