jueves, 14 de febrero de 2013

Para que después digáis que no escribo poemas de amor por San Valentín


(o de amores perros)

Un caracol me sube por el pene.
De los testículos al glande
-que no es tan glande; he de decirlo
por no mentir en el idioma
del país del sol naciente,
o sea en japoné-.
Pero yo ni me inmuto;
no quiero que me acusen de zoofilia.
Ahora lo entiendo todo, mala perra,
no se trataba de algo personal,
es sólo que querías
evitar te tildasen de caníbal.
Y yo, más que maduro, podrido a estas alturas,
ansiando ser cocido en tu caldero,
en tanto el caracol
me recuerda la baba derramada
y el apetito rancio y desabrido
que ya lo es nada más que por costumbre.
Escucha mis ladridos, perra mala,
mis aullidos llamándote
como un enfermo crónico
cuyo único deseo es ya la muerte.
Te quiero como a nadie, como a nada.
Te quiero, mala perra.

Ilustración: Marte, Venus y Cupido, de Lucas van Leyden

4 comentarios:

Sandra Garrido dijo...

ESA TERAPIA-?? ME SUENA Y MUCHO. CUANTAS OSCURIDADES HE VERTIDO EN ELLAS. BUENO YA TE LO HE DICHO POR OTRA VIA, PERO ES QUE EL SARCÁSMO ES MUY ÚTIL PARA OLVIDAR EL DOLOR.

ralero dijo...

Así es, Sandra. Un beso.

Anónimo dijo...

Bukowski en Nerva

Vivian dijo...

Inusitados, a lo Cupido, a lo rosa-perro!
Me encantó, sí, así de glande.
Eres tremendo Rafita.
Besos