jueves, 9 de julio de 2009

Paracaídas

CUANDO saltó tuvo la impresión de jamás haber vivido una aurora tan limpia, tan calma, tan celeste. Pero pronto se nublaron sus sentidos.

Aferrado a la anilla con sus dos manos, y pese a que a 200 kilómetros por hora apremiaba como nunca la distancia, fue evaluando sin prisa alguna todos y cada uno de los pros y de los contras. Tras asumir la decisión, ni un leve escalofrío, ni un solo instante de pánico. El firme convencimiento de no disponer de otra alternativa que la de arrojar de una vez para siempre la jodida y mugrienta toalla, junto con la inminencia del brutal y liberador impacto, habían obrado al fin el arduo prodigio de que lograse dejar atrás todo recuerdo, cualquier anhelo, afectos y añoranzas, su escuálido amor propio. Tan sólo, en un acto reflejo del que no llegó a ser consciente, apretó con tal fuerza los dientes, que las encías comenzaron a sangrarle profusamente.

E, insensibles, se hicieron las tinieblas.

Ya era noche cerrada cuando, sin una mínima noción de espacio ni tiempo, y sin atisbo alguno de sorpresa ante la evidencia emergente de continuar aún con vida, despertó tan plácidamente que llegó a pensarse de nuevo en el útero materno.

Efímera calma. De súbito, un flas, la caída… y otra vez, perra, la náusea.

Contrariado y frenético, inició una, no obstante, minuciosa exploración de su alma putrefacta, en la esperanza de encontrar la novedad de otro desgarro ornando, sangriento y perentorio, el triste supurar de la carroña. Nada nuevo; ni un liviano hematoma que añadir a la sangría. Fue cuando se percató de que lo había asistido la puñetera mala fortuna de ir a dar con sus huesos sobre un descomunal montón de húmedo y cálido estiércol.

-¡Mierda! –se dijo, mascullando vértigo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy sonriendo Rafa, tengo que hilar finito para ver qué digo en tus relatos. Ya veo que yo estoy acá compadeciendo un suicidio y era que el personaje estaba soñando. Igual, sigo con mi idea, eso es lo bueno de la literatura, el lector pasa a ser dueño absoluto de la verdad. (Una vez que ésta cae ante su mirada, deja de pertenecerle al autor jajaja)
Me gustan tus “delirios”. Dije compadeciéndome, pero esa no es la palabra adecuada porque indudablemente, el personaje logró la paz que buscaba. Admiro tu lenguaje, eso ya lo dije, y ahí sí no me equivoco.
¿Habré entendido el texto?...¡La historia me absolverá! Jijiji
Besossss

Caminante dijo...

Caida irreflexiva y espontánea, la suya. De haberlo meditado previamente hubiera sabido el "confort" que lo esperaba allí abajo.
Gracias a ello, no obstante, se pudo encontrar "calidamente" tratado.
No podemos valorarlo todo, siempre hay imprevistos.
Besos. PAQUITA

Dolo dijo...

La vida manda, y en este caso, nunca mejor dicho.
Besos, Rafa, ¿qué tal llevas el verano?

Milena dijo...

je je, me gusta

¡No era su día! Quizá la próxima vez...

A veces, caer en la mierda más mierda nos salva. A partir de ahí...podemos reaccionar o al menos salir pitando a lavarnos...
pero, salir, en definitiva,...para volver a la puta, jodida, mugrienta y perra vida. Rafa, qué "malhablao" te me pones

Besillos "sin mugre"