sábado, 11 de julio de 2009

La semilla del odio


TRAS el estrépito de huesos rotos y cristales reventados y manchados de sangre, el atronador y pertinaz silencio les indicó que no había heridos que celebrar. Así, amén de un nutrido equipo de psicólogos, tan sólo serían necesarios, con carácter urgente, los servicios funerarios. Todo un contratiempo para aquellas voraces e inmundas alimañas cuya mayor satisfacción no era otra que la de regurgitar su odio impúdico y salvaje tras alimentarse con gula del dolor ajeno.

3 comentarios:

dafne dijo...

Mal día para los carroñeros!

kisssss

Milena dijo...

"alimentarse con gula del dolor ajeno".

Damos para mucho las "bestias humanas"


¡Besos y Poesía que ambas cosas humanizan!

Caminante dijo...

El dolor ajeno sólo debiera inspirar compasión, así como el propio no debiera instaurarse, con carácter crónico, en nuestras vísceras.
Besos. PAQUITA