lunes, 15 de julio de 2019

La Sevilla olvidada (23) (Carlos Parejo)


Mi nombre es Juan XXIII y estoy situada como barriada entre Amate y Rochelambert. Me levanté en los años sesenta, ya que aquí vinimos a vivir cerca de cuatro mil personas. Éramos familias que teníamos inmuebles ruinosos en todos los barrios de Sevilla y vivía en los refugios habilitados con motivo de las inundaciones del año 1961. Somos pues, los herederos de la diáspora de sevillanos que provocó la última gran inundación o “riada” acaecida.

El Ministerio de Vivienda decidió que parte de nosotros nos alojáramos en manzanas de blancas casitas bajas de dos plantas, con senderos peatonales entre sí y alfombradas de naranjos. Aquello parecía otra Ciudad Jardín como la de Nervión.

Pero este encantamiento duró poco tiempo, pues las casitas fuimos rodeadas de cuarenta bloques de pisos de cuatro plantas y cuatro torres de once plantas (torretas). A estos bloques fueron a residir los que llegaron los años siguientes.

A pesar de todo, somos un barrio relativamente bien equipado. Ya en los años sesenta inauguramos el Colegio Público Juan XXIII, la Parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación y la guardería infantil “Concilio” y algo más tarde el Centro de Adultos “Juan XXIII”. Al colegio le han puesto un gimnasio y un comedor escolar recientemente.

La plaza central del barrio (presidida por un monumento al papa Roncalli) fue durante algunos años un núcleo de tiendas que daba abasto a muchas personas en la compra de víveres, así como en la reparación de objetos (zapatero; herrero; etc.). Pero hoy, el comercio se encuentra casi extinto, por lo que los vecinos recurrimos a otras zonas fuera del barrio para realizar las compras.

Ahora nos van a hacer un plan integral de reurbanización de alumbrados, tuberías y calles, pues nuestro hábitat de siempre ha envejecido, al igual que la población del barrio que lleva medio siglo viviendo aquí.

Pero sigue siendo un barrio aún muy vivo ya que muchos hijos e hijas de vecinos han decidido quedarse a vivir aquí después de pasar unos años viviendo en otros barrios; y han ido viniendo parejas jóvenes.

El barrio ha progresado lentamente y cuenta con instalaciones deportivas cubiertas (dos polideportivos y una piscina cubierta) y al aire libre; la vecindad de un parque de grandes dimensiones, el parque Amate; muchas zonas ajardinadas; una plaza con juegos infantiles y pista de petanca para los mayores. Sin embargo, carece de biblioteca y de locales sociales para los jóvenes. Y ha habido que instalar bolardos entre las casitas bajas para que los vehículos de los bloque vecinos no aparquen allí indiscriminadamente.

(¢) Carlos Parejo Delgado

1 comentario:

Carlos dijo...

Bonito barrio periférico el de sus casitas bajas