Ardiendo en mí, abrasándome
cuando, fiero, al ocaso,
se despoja el abismo
de su disfraz celeste.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
El ocaso del hombre, efectivamente, no suele ser de un celeste resplandeciente, sino que tira a oscuro
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