jueves, 23 de diciembre de 2010

Alegoría (el óxido y la espada)


JAMÁS un enemigo le infligió tanto espanto. Jamás había huido pavorido hasta entonces. Pero todo jinete desbocado, termina detenido en su galope. Ya entre la sombra y la pared, desenvainó su espada, la blandió con destreza, con arrojo, asestó golpes certeros. Mas cerraban al instante las heridas de las sombras, cegándolo, envolviéndolo, asfixiandolo. Al fin, a punto de doblar ya las rodillas, creyó hallar por su empeño el asidero que habría de llevarlo a la victoria. Y dio con fe de nuevo un paso al frente. Después la náusea, el vértigo, la angustia que acompaña en la caída. Y se le hizo la noche. Y fue noche en la noche para siempre.

2 comentarios:

MaLena Ezcurra dijo...

Para Borges noche equivale a ceguera.

¿Será así?


Fuerte, terrible, y bello.


Van besos girando.



M.

ralero dijo...

Yo, querida Malena, sin contradecir en absoluto a Borges, sería una osadía, creo que cada cosa tiene su yin y su yang dependiendo del momento, el lugar y el corazón, que en cada cosa, aunque predomine une de ellos, yin y yang son complementarios e intercambiables en determinadas circunstancias. Para mi la noche también es ceguera. Pero no solo. La noche puede ser silencio, incomprensión, soledad y, sobre todo, muerte. Pero con vos sería luz, diálogo, música y vida.

Te beso.