sábado, 14 de julio de 2007

Bancarrota

La vida, nuestra vida, digo la de cada cual, ésa que consideramos tan exclusivamente nuestra, tan propia, personal e intransferible, que casi siempre la conjugamos en primera persona del singular por miedo a que alguien nos la pueda robar trocito a trocito, siempre, siempre, termina resultando un mal negocio del que salimos perdiendo. Perdiéndolo todo. O lo único; lo único, que es como nada. Tal vez debiésemos entregarla, derrocharla a manos llenas, sin temor, sin precauciones, rindiendo culto permanente a la osmosis y los cuatreros. Pero pueden llegar a estar las manos tan vacías, y la piel tan pétrea, que a menudo, no sabemos, no podemos, no queremos. No queremos, no queremos; no queremos y ya… se produjo la bancarrota.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

si ya lo dijo alguien la vida es una enfermedad que termina siempre con la muerte

Anónimo dijo...

Para dar hay que tener.
La unica razon de tener y no perder, es dar.
Somos tan ricos como damos.
Somos tan pobres como atesoramos.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Creo que es una visión muy pesimista, :), pero cambiará, seguro, empieza a quererte(mucho) y verás como algo notas, un abrazo fuerte Rafa

P.D. Te contesté el mail

Anónimo dijo...

la vida es increible lo que sucede es que hay que saber vivirla

Anónimo dijo...

Pues, sí, larrey, una enfermedad ciertamente deliciosa.

Prometeo, en efecto esa es la clave de la riqueza.

Leuma, ¿quién dijo que un pesimista es un realista con experiencia? Creo que, entre otros, Benedetti en un haiku, por cierto, horrible.

Pero no es una visión pesimista, realmente, lo que pretende transmitir es lo que entre prometeo y "mi despertar" (por cierto, bienvenidos ambos y gracias por vuestras visitas) han dejado patente: La vida es maravillosa, siempre que se sepa -y se pueda, añado- vivirla. Y para vivirla... pues eso, que no debemos auto-privatizarnos.

Abrazos