Apenas cabe ya duda alguna, si a Pedro Sánchez le diese por montar un circo —uno de verdad, no el que, metafóricamente hablando, tiene montado hace ya tiempo en España—, le crecerían los enanos. O se los comerían las fieras.
Como si no tuviese ya bastante el Presidente en funciones con que las hordas fascistas patrias se hayan dado cita mañana en Mingorrubio para rendir homenaje a su llegada a los restos mortales del infausto genocida y, de camino, montar una vez más su particular kale borroca nacionalcatolicista, ahora, casi a última hora, entran en escena otros tan inverosímiles como inesperados protagonistas.
Y es que los herederos de Elvis han solicitado hace sólo unos minutos al Gobierno en funciones, estar presentes en la exhumación del mamarracho. Por si acaso, que de sobra son conocidos los muchos y variopintos rumores que corren por esos tugurios de todos los demonios en torno a los presuntos últimos días del "Rey del Rock and Roll".
Una petición que, de inmediato, ha tenido inquietantes consecuencias. Así, aunque no ha trascendido a la opinión pública, el prior de la Abadía Benedictina del Valle de los Caídos, ha amenazado con prender fuego al conjunto monumental fascista, "antes de permitir semejante ignominia". Cantera, que ha demostrado tener menos oído que el topo dorado del desierto, ha abundado al respecto en conferencia de prensa, perpetrando insoportables estridencias a capela, para lo que ha elegido la tal vez más famosa letrilla de la Romántica Banda Local: ♬♪♬ No me gusta el rock, no me gusta el rock, ¡que me den música country! ♬♪♬
Con tales mimbres, no sería de extrañar que la exhumación del dictador acabase como el rosario de la aurora. No obstante, este reportero, pertrechado con el casco de moda y una armadura romana, estará allí para continuar deformando.
Pequeño-Marlaska, empleado de pompas fúnebres, redactor de esquelas por palabras y reportero precario especializado en guerrillas urbanas.
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