Cuando por parte de los poderes fácticos se alcanza a incrustar en el imaginario colectivo esa tan estúpida como falaz idea que nos lleva a Identificar patria con estructuras familiares tradicionales de marcado y muy fundamentalista carácter religioso —hoy está aconteciendo de nuevo en España—, el pueblo que la asume corre el grave peligro —peligro, no riesgo— de perder de manera inminente gran parte de sus derechos y libertades a manos de aquellos que se erigen de manera interesada, malintencionada e hipócrita en los grandes paterfamilias nacionales que, con severidad inusitada y una falta absoluta de cariño, lo tutelan. No, la patria —esa cáscara hueca— no es mi madre —mi madre era infinitamente mucho más— ni creo en madres-patria ni en padre alguno de la patria. La patria-familia, con sus himnos marciales de Hamelín y sus banderas-mortaja, es el Caballo de Troya de todo totalitarismo.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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