domingo, 20 de marzo de 2016

Teología de la sed

Sediento, en sueños,
lamo tu corazón
de sal, hielo y espinas.

Hierve helada mi lengua.
Me desangro. Enmudezco.

No importa. Sé
que, pese a estar vedado
a mis ansias, su centro
alberga un tibio oasis
de dulzor y ternura.

1 comentario:

Carlos dijo...

La sed del desierto sentimental buscando oasis de dulzor y ternura