domingo, 27 de abril de 2014

Vértigo

Te miro y veo molinos
de agua, remolinos
de agua. Pero sé
que miente, que se miente
la pupila –espejismo
y eclipse en sí, de sí-
y que al frente no hay más
que un páramo, sin sol,
de arena y sal sin límites,
donde habré de mirarte
hasta el fin de mis días,
sin alcanzar a verte,
a vivirte, a beberte.

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