Arrabal. Medianoche. En tanto un grupo
de harapientos escuálidos rebusca en
la basura
desechos de aluminio, cobre o hierro,
o unos restos de pollo que llevarse a
la boca,
yo escribo, intrascendentes, estos
versos
y, a miles de esqueletos de distancia,
hay un bastardo obeso que, ataviado
con pijama de seda y alambradas,
descansa a tripa suelta e incrementa
su vasto capital ronca que ronca.
Y es que ese beneficio de unos pocos
al que se dio por nombre plusvalía
no es más que el maleficio que se
cierne
voraz sobre la mesa de los muchos.
1 comentario:
Parece el cuento de Blancanieves y su madrastra el gran capital
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