DE súbito quedaron algo más que en entredicho las leyes de la termodinámica, y el universo, sin ningún tipo de aporte de energía externa, comenzó a perder entropía y a alejarse de su antaño tantas veces teorizada irreversible muerte térmica. Fue un hecho tan insólito, que ni uno sólo de los científicos expertos en la materia hubiese tenido capacidad suficiente para encontrarle explicación alguna. Pero ya no quedaban científicos expertos en la materia. Ni en ninguna otra. Ni praderas ni caballos al galope ni bacterias. Sólo oscuridad, quietud y silencio. Y un frío casi absoluto. Y yo, que no alcanzo a comprender cómo puedo estar narrándolo, no sé si soy poco más que el último e insignificante vestigio de algo que nunca fue, o el efímero sueño de un nuevo ser alumbrándose.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...