martes, 31 de agosto de 2010
Abracadabra
Soberbio y elegante, muy puntual,
rodeado de asesores por doquier,
su chófer, trece escoltas y un bedel,
muy propio el Consejero de la cosa,
cual Caesar Imperator que veni, vidi, vici,
llegó y cortó la cinta.
(Aplausos y sonrisas profident,
micrófonos y flashes, apretones
de manos de esmerada manicura,
"cuidado, Pepe Juan, que si te mueves
no sales en la foto
y puede que hasta incluso te saquen del pesebre".)
Queda solemnemente inaugurada
otra covacha más de Alí Babá
y su horda de ladrones.
Que no
Que no, que ya no puedo;
Ahí queda mi renuncia irrevocable:
No puedo ya cargar con este abismo
Metido en mí humillando, aniquilando,
Quebrándome los huesos hasta el tuétano.
Quedaros con mis huellas, mis disfraces,
Las vendas, las muletas, la morfina,
La paz y el finiquito que merezco
Por tanto tiempo atándome a los sueños,
Incluso cuando hirsutas pesadillas
Mudaron sin dar tregua ni un momento.
Que no, que nada espero;
Que no me queda ya ningún motivo,
Perdido el tren que nunca hubo pasado
Por este anden sombrío y solitario
Sitiado por lo huero y la demencia.
Que no, que ya no quiero;
Dejadme que abandone, no insistáis,
Que intento levantarme en carne viva
Y caigo a tierra exangüe como un muerto.
Tan sólo os rogaría, si es que alguno
Le dais cierto valor a la quincalla
Sin brillo y arruinada de mis versos,
Que no dejéis que caigan en las fauces
Silentes y amarillas del olvido.
Quisiera desertar con la esperanza
De que una noche de ancha luna llena
Pudieran habitar alma y mirada
De aquella por la cual fueron escritos
Y estando yo no quiso conocerlos
Debido a la afección que le profeso.
Que no, que ya
No puedo.
Nota: Sólo se trata de un poema. Ni más, ni menos.
Pornofobia
lunes, 30 de agosto de 2010
El último guerrero
Una vez más de tantas
te espero a la hora D y el día H
en el lugar de siempre.
Puntual como un reloj -casi perfecto-
de 23 quilates made in Suiza,
no acudes a la cita que no hemos concertado,
dejándome sin tiempo y con la paz
que porto como ofrenda entre las manos,
en esta nada estéril donde ha mucho
no quedan ni enemigos ni aliados.
(Guerrero de la luz, noche tras noche,
Mi abismo es más profundo entre las sombras:
El brillo de mi tiempo se ha agotado).
&&~~~~
domingo, 29 de agosto de 2010
El cuadro
Afuera llueve a males con encono.
Buscando guarecerme del relámpago,
entro en la biblioteca: está vacía;
ni libros ni bibliotecaria. Sólo
un hosco hedor a espanto impregna el aire,
en tanto un polvo espeso y gris decora
hirsuta y sobriamente los estantes.
La luz penetra, sucia y con sordina,
agónica a través de las ventanas,
tiznando las paredes de un crepúsculo,
presagio de otra noche mutilada.
Presiento algo pretérito en mis huellas:
me sigue en las penumbras una sombra.
No es mi sombra; no obstante, a mí va unida.
Me afano en vislumbrar su procedencia,
en tanto que la piel de la memoria
se agrieta envejecida de distancia:
descalzo y conmovido me desangro;
deambulo en mi terror sobre cristales.
De súbito en lo oscuro atisbo un brillo:
me mira una mujer de ojos celestes
bajo una áurea corona que calcina
la fe y las ilusiones con su azufre.
Galopa desbocado el corazón.
Qué insólito terror: la reconozco;
su nombre está tatuado en la mordaza
que asfixia los muñones de mis labios.
Con un esfuerzo exangüe e inhumano
la nombro, me aproximo, abro los brazos,
y un turbio vendaval nacido al fondo
del alma de Gorgona me hace frente,
degüella la esperanza y me derriba.
Atónito y exánime, arrastrándome,
me trato de ocultar, pero me sigue
la cal de su mirada y me da caza.
Fuera
llueve:
metida en mí,
la sombra.
sábado, 28 de agosto de 2010
礼
Decidieron dejarlo.
Sin hablar, con los ojos,
consensuaron su marcha,
alejarse por siempre,
renunciando al deseo,
tacto, luz y palabra.
Desertar, desterrarse,
poner tierra por medio
de sus ansias taladas.
Convocando al olvido,
destripar el pasado
y abortar el mañana.
Mas, ajeno, el recuerdo,
a aquel tácito acuerdo,
terco, los visitaba
desde el alba al ocaso,
en el sueño, el insomnio,
cada nueva alborada.
Y así, sobre las vísceras
del ayer sin futuro,
vertidas sin batalla,
por vida agonizaron
estrechamente unidos,
sin paz, por la distancia.
Sin hablar, con los ojos,
consensuaron su marcha,
alejarse por siempre,
renunciando al deseo,
tacto, luz y palabra.
Desertar, desterrarse,
poner tierra por medio
de sus ansias taladas.
Convocando al olvido,
destripar el pasado
y abortar el mañana.
Mas, ajeno, el recuerdo,
a aquel tácito acuerdo,
terco, los visitaba
desde el alba al ocaso,
en el sueño, el insomnio,
cada nueva alborada.
Y así, sobre las vísceras
del ayer sin futuro,
vertidas sin batalla,
por vida agonizaron
estrechamente unidos,
sin paz, por la distancia.
En guante de seda
Se mira anonadado en el espejo
y, herido por las horas que se alejan
como un tren por vía muerta, desbocadas,
susurra, en su zozobra, carpe diem.
Estéril rebelión, su grito ahogado
percute y se revienta en el azogue,
que, en su eco contrahecho, le responde,
sarcástico y triunfal, memento mori;
dejando que, después, siga blandiendo
su inocua insurrección contra el destiempo.
La muerte es un tirano complaciente;
le pasa al insurrecto por el lomo
su guante, convencida de que, al cabo,
su imperio de penumbras será eterno.
y, herido por las horas que se alejan
como un tren por vía muerta, desbocadas,
susurra, en su zozobra, carpe diem.
Estéril rebelión, su grito ahogado
percute y se revienta en el azogue,
que, en su eco contrahecho, le responde,
sarcástico y triunfal, memento mori;
dejando que, después, siga blandiendo
su inocua insurrección contra el destiempo.
La muerte es un tirano complaciente;
le pasa al insurrecto por el lomo
su guante, convencida de que, al cabo,
su imperio de penumbras será eterno.
viernes, 27 de agosto de 2010
Caida
jueves, 26 de agosto de 2010
Submundo paralelo
No sabes cuánto siento
penar, como un satélite,
orbitando ruinoso,
helado, oscuro y seco,
en torno de tu mundo
ordenado y ubérrimo,
y la luz que germina
de sus cálidas aguas.
Lo siento porque esa órbita
me condena a mirarme
noche y día en tu espejo
sin lograr reflejarme.
Mas lo siento ante todo
por las sombras que, a veces,
de mi yermo emergiendo,
tus vergeles alcanzan.
Mas no puedo eclipsarme
ni, atrapado en tu eclíptica,
tampoco hacer contigo
borrón y luna nueva.
penar, como un satélite,
orbitando ruinoso,
helado, oscuro y seco,
en torno de tu mundo
ordenado y ubérrimo,
y la luz que germina
de sus cálidas aguas.
Lo siento porque esa órbita
me condena a mirarme
noche y día en tu espejo
sin lograr reflejarme.
Mas lo siento ante todo
por las sombras que, a veces,
de mi yermo emergiendo,
tus vergeles alcanzan.
Mas no puedo eclipsarme
ni, atrapado en tu eclíptica,
tampoco hacer contigo
borrón y luna nueva.
El verbo, un río en calma...
El verbo, un río en calma que, hecho carne,
Se exalta y se derrama, incontinente,
Herido por la sal de la nostalgia.
Carnívora, mordaz y deletérea,
La arritmia a borbotones lo desborda,
Y sólo en el poema encuentra un lecho
Capaz de darle abrigo frente al pulso
De la agria torrentera de las sombras.
El verso encauza el curso de la sangre,
Sus ansias por verterse en un latido,
Frenando ese runrún que arde en su centro
Como un volcán en flor, vergel de un día,
Que corre hacia el mar seco del destiempo.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Sentina
Quemada toda luz por el crepúsculo,
se busca entre las grietas de las sombras,
igual que un perro ciego.
(Se intuye sucio abismo sin confines).
Su sed, vampiro autófago,
perdida en el vacío, es un aullido
de tiempo coagulado.
(Las náuseas que destila,
lo mudan pozo ciego).
Sin norte,
se consume
estático, famélico, con rabia, desbocado,
atónito en sus heces.
El ojo y la garra
DIÓGENES Ciscar era un individuo en cierto modo curioso. Y lo de curioso no le venía por que fuese cotilla, sino por lo excepcional de determinada práctica que venía realizando a diario desde hacía ya muchos años: Diógenes, donde ponía el ojo ponía la garra. Y otras cosas. Cada noche, justo antes de disponerse a dormir, se sacaba el garfio que llevaba engarzado en el muñón del antebrazo derecho, la dentadura postiza, el ojo de cristal, el bisoñé, y, junto con todo aquello que solía portar en sus bolsillos, incluidos los bastoncillos para los oídos y un sinfín de pañuelos de papel usados, los depositaba sin orden ni concierto en el cajón de la mesita de noche. Sí, Diógenes era un individuo en cierto modo curioso. Y, en todo caso, muy poco cuidadoso en asuntos relativos a la higiene.
martes, 24 de agosto de 2010
Desaliento
lunes, 23 de agosto de 2010
Deíxis ad fantasma
"Aquello
que quizá hubiese sido
posible,
que sería posible todavía
hoy o mañana si no fuese
un sueño."
Ángel González
Sé bien que nada quieres ya conmigo.
En cambio yo me muero
Por verte, aun siendo sólo un breve instante,
En esta eternidad de hostil ausencia
Que anega de ceguera y arena la clepsidra
Sin cauces de mis horas.
¿Tendrías un minuto?
Prometo estar callado,
No hablarte del dolor de la impotencia,
Del agrio sinsabor de la nostalgia,
Del ansia que se pudre en el exilio,
Del tiempo que sin ti no vale nada.
Incluso trataré de que, al marcharme,
Tras verte y contemplarme en tu mirada,
No escape con mi adiós, triste, un suspiro,
Velando la sonrisa que, sincera,
Me hará nacer saber que aún sigues siendo
La misma que conservo en el recuerdo:
Aquella que si ya se niega a verme
No es por que haya cambiado, es por las náuseas
Que inundan sus pupilas de sal cuando vislumbra
Que yo no soy el mismo.
La náusea
El cielo está sin aire, herida el ala
Del ángel que, sumido en una noche
Que brilla más que el sol del mediodía,
No encuentra ya un motivo que lo impulse
A alzar de nuevo el vuelo.
Lo sabe todo ya, no alberga dudas.
Cautivo de su hirsuta certidumbre,
No alcanza a deleitarse en los prodigios
Que antaño deslumbraran sus sentidos:
La luz crepuscular, las estaciones,
Las fases de la luna,
El cíclico vaivén de las mareas.
En su ardua conclusión se desvanece:
De tanto meditar sobre el enigma
De origen, meta y tránsito,
No quedan ya preguntas sin respuesta
Que, al margen de su centro atormentado,
Den aire al desamparo que le impide
Confiarse en otra búsqueda.
Ilustración: Melancolía I, de Alberto Durero.
domingo, 22 de agosto de 2010
Por la mar chica del puerto (un poema de Manuel Alcántara)
Por la mar chica del puerto
andan buscando los buzos
la llave de mis recuerdos.
(Se le ha borrado a la arena
la huella del pie descalzo
pero le queda la pena.
Y eso no puede borrarlo.)
Por la mar chica del puerto
el agua que era antes clara
se está cansando de serlo.
(A la sombra de una barca
me quiero tumbar un día;
echarme todo a la espalda
y soñar con la alegría.)
Por la mar chica del puerto
el agua se pone triste
con mi naufragio por dentro.
Morendo ma non troppo
La muerte no es un ente oscuro y espantoso
que viene a reclamarnos, cumplido nuestro tiempo,
y nos toma de un golpe certero de guadaña.
La muerte es una hermosa mujer de ojos celestes
y rubia cabellera, que viste alegres tonos
y huele a primavera. Su risa es un adagio
de Mozart o Marcello; sus manos, dos palomas
blanquísimas en vuelo; sus labios, una fuente
brotando en el desierto; razón de las mareas,
fruta en sazón, sus senos; su voz, liturgia y credo.
La muerte no es penumbra que inunda la mirada,
ni un vendaval acerbo que arrasa los pulmones.
Es lumbre que se aleja, e instala en nuestra sangre,
muy lentamente helándonos, la noche y el invierno;
un viento que nos deja, al filo del ocaso,
ahogando, estrangulando, robándonos el aire.
sábado, 21 de agosto de 2010
Onomatopeya
Petrificación
La huella que dejó tu paso breve
sobre el reloj sin pulso de mis horas,
no es una marca efímera en la arena,
la seña de unos pasos en la nieve
o el vaho que, tibio, empaña los cristales.
La huella que dejó tu paso, inmensa,
es una grieta hostil, profunda y huera,
que sangra bilis negra y, fósil, permanece
lo mismo que la luz de esas estrellas
que llevan ya millones de años muertas.
viernes, 20 de agosto de 2010
&&~~
qué soy de dónde vengo adónde voy
qué estoy haciendo aquí por qué he venido
de qué manera para qué hasta cuándo
idénticas preguntas sin respuesta
siempre
como este amor mi amor por ti
este ansia miserable sin espacio
ni tiempo
sin origen ni destino
que vuelve a formularse a cada instante
idénticas preguntas sin respuesta
qué soy de dónde vengo adónde voy
dónde estás qué es de ti por qué no vienes
que estando todavía
no es no ha sido
que lo ha perdido todo
nada vale
como el cuerpo
sin alma
de los muertos
jueves, 19 de agosto de 2010
Anosmia
DESDE bien pronto, estuvo absolutamente convencida de la existencia de una, aunque misteriosa, indiscutible e infalible relación directa entre las proporciones de aquellas dos magnitudes. Y así, estuvo un largo tiempo sólo a la espera de encontrar algo acorde con el tamaño de sus expectativas. Y aquella noche, en su primera y tan tardía vez, lo único que alcanzó a obtener fue una decepción de narices.
Alegato
miércoles, 18 de agosto de 2010
Sonata para E. / El sueño del caracol
"Pero tu nombre, ¿quién
dime, quién va a borrarlo,
si en la nada se le lee,
si no lo ha escrito nadie,
como lo digo yo,
como lo voy callando?"
Pedro Salinas.
Qué eufónico sonaba de mi boca
tu nombre cuando fue acorde en mi canto,
y qué estruendoso, arrítmico, el quebranto,
cuando hoy tu hostil desdén su son sofoca.
Te nombro y, como el mar contra la roca,
mi voz se rompe inerme; ahogado en llanto,
me afano en no rendirme, pero, ¡espanto!,
sin tu eco en elegía agraz que apoca
se trueca, en epitafio que, imborrable,
se graba a fuego en tímpano y pupila,
aun mudo, como grito inapelable.
El tiempo borra al tiempo, lo deshila,
mas tu nombre, runrún inquebrantable
tejido en el silencio, me aniquila.
martes, 17 de agosto de 2010
Cuento
Besarte como besa
el príncipe de un cuento,
turbado, a su princesa.
Besarte y que mi aliento
sea, limpio, lenitivo
contra el atroz tormento
que al cuerpo ata cautivo
al tiempo que lo arrasa,
pausado y erosivo.
Que el beso sea la brasa
que entibie tu guarida,
la sólida argamasa
que haga fraguar tu vida,
frente al dolor baluarte,
sutura en cada herida.
Besarte y despertarte
al sueño y al deseo,
poseernos y entregarte,
cuando alce su apogeo
el goce y sus temblores,
mi vida igual que un reo
que, exento de temores,
sabiéndose inocente,
se entrega a sus captores.
Besarte tiernamente,
fecundo, apasionado,
y que ese acto vehemente,
dichoso, ilusionado,
del beso sea prefacio
de un prodigio anhelado:
Que el beso que, despacio,
devuelvas, afectuoso,
mude en príncipe hermoso
a este horrible batracio.
el príncipe de un cuento,
turbado, a su princesa.
Besarte y que mi aliento
sea, limpio, lenitivo
contra el atroz tormento
que al cuerpo ata cautivo
al tiempo que lo arrasa,
pausado y erosivo.
Que el beso sea la brasa
que entibie tu guarida,
la sólida argamasa
que haga fraguar tu vida,
frente al dolor baluarte,
sutura en cada herida.
Besarte y despertarte
al sueño y al deseo,
poseernos y entregarte,
cuando alce su apogeo
el goce y sus temblores,
mi vida igual que un reo
que, exento de temores,
sabiéndose inocente,
se entrega a sus captores.
Besarte tiernamente,
fecundo, apasionado,
y que ese acto vehemente,
dichoso, ilusionado,
del beso sea prefacio
de un prodigio anhelado:
Que el beso que, despacio,
devuelvas, afectuoso,
mude en príncipe hermoso
a este horrible batracio.
lunes, 16 de agosto de 2010
Carta
Querida: en esta noche hostil y oscura
sin estrellas, te escribo desde lo hondo
del insomnio, sin sueños ni trasfondo,
con letras del color de la amargura.
No obstante, intentaré que la dulzura
alumbre en lo posible el turbio fondo
que dicta mis palabras, lo que escondo
por no agriar con mis náuseas tu cordura.
Mi amor, ya poco espero, he asumido
que al cabo me mudé en un contratiempo
que ya has dejado atrás; pero te pido,
desde este hirsuto abismo en el destiempo,
que no me eches del todo en el olvido,
pensando en lo que fui de tiempo en tiempo.
-
Querida, sabes bien que sólo vive,
aun siendo sólo estiércol, polvo, escoria,
aquel que permanece en la memoria
de los que hubo querido; y quien te escribe
te quiere y por quererte sobrevive
tan sólo, aunque precario, en la ilusoria
razón de en tu recuerdo ser historia
que, aun sin futuro alguno, no prescribe.
Confieso, sin embargo, que el desprecio
que esgrimes contra mí me hace que, odiarte,
poder le pida al diablo, a veces. Necio;
pues cómo odiarte, cómo, cómo odiarte,
si en tanto más me alejas más te aprecio
y no entiendo esta vida sin amarte.
Sin más ya que contarte,
a 16 de agosto en el exilio,
un fuerte abrazo, amor. Posdata: Auxilio.
domingo, 15 de agosto de 2010
sábado, 14 de agosto de 2010
Presente de subjuntivo
Recuerdo aún cuando, estólidos,
repudiando las ansias,
llagábamos el tiempo.
¿Cerraron ya los años
la herida purulenta
que abrió en ti la renuncia?
En honra de aquel lapso,
Espero que así fuese;
Mi amor sigue sangrando.
Derrama, en su nostalgia,
los restos moribundos
de aquel futuro ahogado,
fundiéndose a las aguas
sin mar, viento ni orillas
que emergen del pasado.
Postrado ante el ocaso
a vena y tumba abierta,
resuenan en mi pecho
graznidos de gaviota;
devoran las hirsutas
cenizas del destiempo,
los restos que el olvido
dejase, virginales,
de aquel afecto insólito,
cadáver que, en la noche,
anubla hoy mi almohada
con ojos espectrales.
La aurora es un fantasma.
Y yo soy el lugar
de sus apariciones.
repudiando las ansias,
llagábamos el tiempo.
¿Cerraron ya los años
la herida purulenta
que abrió en ti la renuncia?
En honra de aquel lapso,
Espero que así fuese;
Mi amor sigue sangrando.
Derrama, en su nostalgia,
los restos moribundos
de aquel futuro ahogado,
fundiéndose a las aguas
sin mar, viento ni orillas
que emergen del pasado.
Postrado ante el ocaso
a vena y tumba abierta,
resuenan en mi pecho
graznidos de gaviota;
devoran las hirsutas
cenizas del destiempo,
los restos que el olvido
dejase, virginales,
de aquel afecto insólito,
cadáver que, en la noche,
anubla hoy mi almohada
con ojos espectrales.
La aurora es un fantasma.
Y yo soy el lugar
de sus apariciones.
viernes, 13 de agosto de 2010
9 musas
En torno a mí, desnudo y aterido,
en bárbaro y noctívago aquelarre,
estáticas, perversas, insaciables,
dementes, indolentes, se conjuran
la hirsuta indiferencia, el terco insomnio,
tenaz, la pesadilla del silencio,
el miedo, el ostracismo, la nostalgia,
la ausencia, la impotencia, el desamor:
reflejos del Parnaso en este infierno
sin danza, pentagramas, ni poesía.
jueves, 12 de agosto de 2010
Fahrenheit 451
Corren malos tiempos para el libro. Los avances reales o falsarios en tecnologías de la información y la comunicación, unidos a la avaricia desmedida del mercado y de aquellos que pretenden hacerse con la mayor cuota de negocio en ámbitos editoriales con afán de ir paulatinamente monopolizándolos, son los venenos que lo están haciendo languidecer y que pueden llegar a terminar asesinándolo. Y para ello, estos bárbaros de la (des)información recurren a cualquier argumento por espurio que sea, incluida una tan supuesta como falsa preocupación ecológica; como si la edición de libros fuese, que no lo es, uno de los factores clave que estuviese propiciando la criminal tala indiscriminada y la vertiginosa desaparición de la selva amazónica. Y, por otra parte, ese culto ciego a la "modernidad" que impregna el vacío de pensamiento que ocupa nuestros tiempos y que reniega de cualquier reminiscencia del pasado, por muy enriquecedora que esta hubiese poder sido y pudiese seguir siendo: cualquier tiempo pasado fue peor. Y, en todo este contexto, el tiránico imperio de la estrategia aberrante de “renovar” a toda costa para hacer caja como leit motiv de cualquier proyecto de "futuro". Ahí está la clave y la gran falacia de la revolución tecnológica y la vertiginosa “renovación” a que nos somete sin que, en un amplio porcentaje de los casos, las “innovaciones” perpetradas sean necesarias ni aporten realmente nada nuevo de interés.
Y en todo este contexto de puro y a un tiempo tan sucio negocio, ahora le ha tocado al libro. Y toda una horda de pirómanos sin escrúpulos, cual modernos Savonarolas se afanan en erigir las hogueras de las vanidades en las que dar muerte a su víctima, a sus víctimas, pues si el libro llegase a desaparecer, todos saldríamos perjudicados.
Pero en esta peligrosa deriva no sólo intervienen factores tecnológicos y de negocio. También, como en la Florencia de finales del siglo XV, hay implícitos elementos, quizá los de más peso, de carácter ideológico. Las posibilidades de diversidad y flujos en la libertad comunicativa que en la actualidad caracterizan a Internet ya han comenzado a ser vistas como un peligro evidente para sus intereses por aquellos que ostentan el poder, es decir, las grandes corporaciones económico-financieras y sus lacayos y mamporreros políticos. Y la dinámica que, por tanto, ya comienza a imprimirse en la red de redes es la del control y la homogeneización para ir ahogando el libre pensamiento y las discrepancias. Ese control y homogeneización es, si no imposible, muy difícil de operar para el caso del libro y el acto íntimo, y a la vez tan susceptible de ser puesto en común, de su lectura.
En este sentido, Ray Bradbury, con su “Fahrenheit 451”, fue un visionario que en su obra más conocida nos adelantó lo que ya está comenzando a suceder hoy día. En la sociedad descrita por Bradbury leer es uno de los peores actos criminales que se puedan cometer y una de las labores fundamentales de los bomberos es la quema de libros. La lectura, según los gobernantes de esa sociedad de ficción, angustia a los ciudadanos y les impide ser felices, ya que, al leer comienzan a pensar y a ser diferentes cuando deberían ser iguales. Un limbo, tras el que se ocultan los verdaderos motivos del gobierno de “Fahrenheit 451”: esa falsa felicidad impuesta por la homogeneización hace que los ciudadanos no cuestionen las acciones del poder y que rindan más en sus quehaceres; la productividad al servicio de las élites.
Esta es la sociedad a la que nos puede conducir la muerte del libro, una sociedad del no pensamiento, una sociedad en la que habrán sido erradicadas las discrepancias y lo que mi buena amiga Silvia Delgado denomina las afinidades subversivas, tan necesarias siempre para contrarrestar la dinámica intrínseca a la involución que subyace en todo sistema socio-económico y político.
Corren malos tiempos para el libro, y es nuestra responsabilidad, la responsabilidad de todos, salvarlo de esta nueva hoguera de las vanidades que pretenden erigir los poderes involucionistas del lado oscuro.
Y en todo este contexto de puro y a un tiempo tan sucio negocio, ahora le ha tocado al libro. Y toda una horda de pirómanos sin escrúpulos, cual modernos Savonarolas se afanan en erigir las hogueras de las vanidades en las que dar muerte a su víctima, a sus víctimas, pues si el libro llegase a desaparecer, todos saldríamos perjudicados.
Pero en esta peligrosa deriva no sólo intervienen factores tecnológicos y de negocio. También, como en la Florencia de finales del siglo XV, hay implícitos elementos, quizá los de más peso, de carácter ideológico. Las posibilidades de diversidad y flujos en la libertad comunicativa que en la actualidad caracterizan a Internet ya han comenzado a ser vistas como un peligro evidente para sus intereses por aquellos que ostentan el poder, es decir, las grandes corporaciones económico-financieras y sus lacayos y mamporreros políticos. Y la dinámica que, por tanto, ya comienza a imprimirse en la red de redes es la del control y la homogeneización para ir ahogando el libre pensamiento y las discrepancias. Ese control y homogeneización es, si no imposible, muy difícil de operar para el caso del libro y el acto íntimo, y a la vez tan susceptible de ser puesto en común, de su lectura.
En este sentido, Ray Bradbury, con su “Fahrenheit 451”, fue un visionario que en su obra más conocida nos adelantó lo que ya está comenzando a suceder hoy día. En la sociedad descrita por Bradbury leer es uno de los peores actos criminales que se puedan cometer y una de las labores fundamentales de los bomberos es la quema de libros. La lectura, según los gobernantes de esa sociedad de ficción, angustia a los ciudadanos y les impide ser felices, ya que, al leer comienzan a pensar y a ser diferentes cuando deberían ser iguales. Un limbo, tras el que se ocultan los verdaderos motivos del gobierno de “Fahrenheit 451”: esa falsa felicidad impuesta por la homogeneización hace que los ciudadanos no cuestionen las acciones del poder y que rindan más en sus quehaceres; la productividad al servicio de las élites.
Esta es la sociedad a la que nos puede conducir la muerte del libro, una sociedad del no pensamiento, una sociedad en la que habrán sido erradicadas las discrepancias y lo que mi buena amiga Silvia Delgado denomina las afinidades subversivas, tan necesarias siempre para contrarrestar la dinámica intrínseca a la involución que subyace en todo sistema socio-económico y político.
Corren malos tiempos para el libro, y es nuestra responsabilidad, la responsabilidad de todos, salvarlo de esta nueva hoguera de las vanidades que pretenden erigir los poderes involucionistas del lado oscuro.
miércoles, 11 de agosto de 2010
Plano de demolición
martes, 10 de agosto de 2010
Chaos
Arranca, con la aurora, la vigilia,
la máscara del rostro de los sueños,
y emerge, abrumadora pesadilla,
la grávida conciencia de lo eterno.
De nada, entonces, vale la porfía
que entabla con el párpado el deseo:
anhelo de arder siempre en la infinita
y helada oscuridad del Universo.
Qué hiriente paradoja irrumpe al alba,
cegando el espejismo que, en lo oscuro,
nos hace vislumbrar perpetua el alma:
La luz no es más que un lapso sin futuro,
que sólo ha de dejar, tras extinguirse,
un caos inmóvil, ciego e insensible.
la máscara del rostro de los sueños,
y emerge, abrumadora pesadilla,
la grávida conciencia de lo eterno.
De nada, entonces, vale la porfía
que entabla con el párpado el deseo:
anhelo de arder siempre en la infinita
y helada oscuridad del Universo.
Qué hiriente paradoja irrumpe al alba,
cegando el espejismo que, en lo oscuro,
nos hace vislumbrar perpetua el alma:
La luz no es más que un lapso sin futuro,
que sólo ha de dejar, tras extinguirse,
un caos inmóvil, ciego e insensible.
Ilustración: Orden y Caos, de M.C. Escher
Fotograma
El último frío
Las huellas de aquel tiempo que me asedia,
no moran la tibieza de una playa,
expuestas al vaivén de las mareas;
Son huellas que tiritan en la nieve
en tanto que su rastro es sepultado,
apenas se gestó, por la tormenta.
Las huellas de aquel tiempo al ser borradas,
se mudan en jaurías de alimañas
que a sí mismas se arrancan a pedazos
aliento y corazón, sangre y entraña.
no moran la tibieza de una playa,
expuestas al vaivén de las mareas;
Son huellas que tiritan en la nieve
en tanto que su rastro es sepultado,
apenas se gestó, por la tormenta.
Las huellas de aquel tiempo al ser borradas,
se mudan en jaurías de alimañas
que a sí mismas se arrancan a pedazos
aliento y corazón, sangre y entraña.
lunes, 9 de agosto de 2010
SILENCIO
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domingo, 8 de agosto de 2010
La Maison en Petits Cubes
Impresionante alegoría sobre el paso del tiempo y la nostalgia por la pérdida, por lo irrecuperable, por el pasado que no vuelve. Poesía en imágenes.
Onanismo poético
sábado, 7 de agosto de 2010
Little boy
La deuda
Soñar es gratis le dijeron siempre
sus ganas, sus mayores, sus maestros.
Y, ansioso por soñar, soñó dormido,
soñaba sin cesar también despierto.
Hoy, yerma la esperanza, desahuciado,
lamenta haber creído en tal aserto,
penado al triste embargo con que paga
la pérfida hipoteca de sus sueños.
sus ganas, sus mayores, sus maestros.
Y, ansioso por soñar, soñó dormido,
soñaba sin cesar también despierto.
Hoy, yerma la esperanza, desahuciado,
lamenta haber creído en tal aserto,
penado al triste embargo con que paga
la pérfida hipoteca de sus sueños.
Fotografía: Misha Gordin
Augurio
Se lo había encontrado casualmente y rehuido de inmediato en, quizá ya, centenares de ocasiones. Le causaba espanto pensar en la muerte, su muerte, el fin sin fin, el olvido. Pero en esta ocasión -era tanto ya el cansancio- se decidió a buscarlo, a involucrarse hasta el fondo en aquel juego de macabras predicciones que tan a menudo últimamente se le había ofrecido en la pantalla del PC. “Al cabo -pensó-, lo más terrible que podría suceder es que fuese mañana. ¿Y acaso no es la calma absoluta ya mi más ansiado anhelo?”
23 DE OCTUBRE DE 2006
Recordó aquella fecha -hacía ya más de cuatro años-, el desencuentro, la incomunicación, la lluvia incesante, la despedida, el silencio, el olvido. Sí, sin duda, aquel augurio en lo pretérito era todo un acierto.
viernes, 6 de agosto de 2010
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“Todo está en nuestros ojos.”
Joan Margarit
Tan lejos
y tan cerca.
Igual que el horizonte en la retina,
espejo de espejismos que se sueña
uniendo, tan distantes, cielo y tierra;
la línea de tus labios,
el abismo
que dista entre el lamento y la alegría.
Faltó tan poco y tanto
para ese fatuo sueño
de haber sido felices.
jueves, 5 de agosto de 2010
Vendaval sin rumbo
“Vendaval sin rumbo
cuando vuelvas tráeme aromas
de su huerto...”
José Dolores Quiñones
De noche, mientras sueña, lo sorprende,
un tosco manotazo, la vigilia,
fijando en su memoria lo soñado:
insólita aleación donde convergen
anhelos ya talados que se fingen
esquejes arraigando florecientes,
y un grano de esperanza en la nostalgia;
materia que enterrada en la inconsciencia
del sueño que se acaba y no despierta,
protege las cenizas del presente
del ígneo vendaval que urdió la pérdida.
Mas que acerada y gélida su llama,
royendo, devastando el sinfuturo,
cuando ese infame y tosco manotazo
irrumpe en la consciencia como alfanje,
punzando, acuchillando, echando al viento,
con saña al soñador y lo soñado.
Insuficiencias
HIPÓLITO Sheehan dedicó su tesis doctoral al estudio del síndrome de Bickel y todas y cada una de sus relaciones con el insuficiente funcionamiento de tiroides y glándulas genitales y corticosuprarrenales. El tribunal encargado de evaluarlo, sorprendido muy gratamente por la extensa, profunda y pormenorizada labor de documentación realizada, así como por la brillantez de su exposición y conclusiones, decidió, no obstante, darlo como no apto al considerar categóricamente que aquel impresionante trabajo de investigación, por sus nomenclaturas y temática, era más que nada una hipótesis que nunca podría alcanzar a adquirir la condición de tesis doctoral. De nada le valió a Sheehan argumentar en su defensa, que sus amigos, de manera habitual, lo conocían simplemente por “Lito”. Aquel mal trago llevó al poco a Hipólito a verse aquejado de manera frecuente, por involuntarios y muy ruidosos y convulsivos movimientos del diafragma, con respiración interrumpida y violenta, que ya nunca le permitieron disponer de la concentración suficiente para, tal y como era su más ferviente deseo, acometer la elaboración de una nueva tesis doctoral.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Islas
Recuerdos en la arena, huella a huella,
los hechos del pasado, la memoria:
caduca sucesión de infierno y gloria,
que el tiempo, igual que el mar, sin tregua mella.
Mas puede a veces tanto la querella
que, en tanto el ponto engulle toda euforia,
se muda en dura roca, hirsuta escoria:
infausta y pervertida crisopeya
que, en torno de las abras, terca-mente,
dispone su hosca urdimbre y no hay conjuro
capaz de erosionar ya su batiente.
Y, el cayo del presente, prematuro,
aislado tras la sal de la rompiente,
naufraga frente al barco del futuro.
los hechos del pasado, la memoria:
caduca sucesión de infierno y gloria,
que el tiempo, igual que el mar, sin tregua mella.
Mas puede a veces tanto la querella
que, en tanto el ponto engulle toda euforia,
se muda en dura roca, hirsuta escoria:
infausta y pervertida crisopeya
que, en torno de las abras, terca-mente,
dispone su hosca urdimbre y no hay conjuro
capaz de erosionar ya su batiente.
Y, el cayo del presente, prematuro,
aislado tras la sal de la rompiente,
naufraga frente al barco del futuro.
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martes, 3 de agosto de 2010
Supersticiones
AQUEL martes y 13, tras levantarse con el pie izquierdo, rompió el espejo del armario, abrió un paraguas en el baño, vertió la sal sobre la mesa. Después salió a la calle y, sin casco, pasó hasta 13 veces por debajo de una escalera, se cruzó en su camino un gato negro, así como una hermosa joven pelirroja a la que -fue un flechazo compartido-, tentando una vez más a la suerte, pidió matrimonio para embarcarse con ella de inmediato en la más incierta y emotiva singladura de sus vidas.
13 de julio de 2010