Arranca, con la aurora, la vigilia,
la máscara del rostro de los sueños,
y emerge, abrumadora pesadilla,
la grávida conciencia de lo eterno.
De nada, entonces, vale la porfía
que entabla con el párpado el deseo:
anhelo de arder siempre en la infinita
y helada oscuridad del Universo.
Qué hiriente paradoja irrumpe al alba,
cegando el espejismo que, en lo oscuro,
nos hace vislumbrar perpetua el alma:
La luz no es más que un lapso sin futuro,
que sólo ha de dejar, tras extinguirse,
un caos inmóvil, ciego e insensible.
la máscara del rostro de los sueños,
y emerge, abrumadora pesadilla,
la grávida conciencia de lo eterno.
De nada, entonces, vale la porfía
que entabla con el párpado el deseo:
anhelo de arder siempre en la infinita
y helada oscuridad del Universo.
Qué hiriente paradoja irrumpe al alba,
cegando el espejismo que, en lo oscuro,
nos hace vislumbrar perpetua el alma:
La luz no es más que un lapso sin futuro,
que sólo ha de dejar, tras extinguirse,
un caos inmóvil, ciego e insensible.
Ilustración: Orden y Caos, de M.C. Escher
Buen soneto, el caos como teoria del universo y la entropia como organizadora final...un abarzo.
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