No sabes cuánto siento
penar, como un satélite,
orbitando ruinoso,
helado, oscuro y seco,
en torno de tu mundo
ordenado y ubérrimo,
y la luz que germina
de sus cálidas aguas.
Lo siento porque esa órbita
me condena a mirarme
noche y día en tu espejo
sin lograr reflejarme.
Mas lo siento ante todo
por las sombras que, a veces,
de mi yermo emergiendo,
tus vergeles alcanzan.
Mas no puedo eclipsarme
ni, atrapado en tu eclíptica,
tampoco hacer contigo
borrón y luna nueva.
penar, como un satélite,
orbitando ruinoso,
helado, oscuro y seco,
en torno de tu mundo
ordenado y ubérrimo,
y la luz que germina
de sus cálidas aguas.
Lo siento porque esa órbita
me condena a mirarme
noche y día en tu espejo
sin lograr reflejarme.
Mas lo siento ante todo
por las sombras que, a veces,
de mi yermo emergiendo,
tus vergeles alcanzan.
Mas no puedo eclipsarme
ni, atrapado en tu eclíptica,
tampoco hacer contigo
borrón y luna nueva.
Leo dos mundo paralelos y opuestos y uno dependiente del otro, con un final de ¿aceptación? ¿resignación?.
ResponderEliminarMe gusta ese contenido metafórico que permite varias lecturas.
Un beso.
Ps. suelo leer los poemas en voz alta, si me permites, el verso "sin en él reflejarme" se me traba ;-)
No me gusta decir que me encantó. Tan opuesto y tan dependiente como que no diciéndolo lo digo. La metáfora es rica.
ResponderEliminarUn besote,
Andri
No te eclipses, amor! y si lo haces, que sea por sólo un momento
ResponderEliminarBesísimos
parabola entre mundos (el fin del mundo?: cuando yo muera)y entre personas, enttre espejos que se reflejan y rielan...bellos y profundo. Un abarzo.
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