El fuego del hogar se ha vuelto jaula;
Penetra la intemperie hasta su centro,
Que al centro de lo cóncavo se vierte.
Arde en llamas el pájaro, no obstante,
Legando los reflejos de su canto
Al ciego agonizar de los rescoldos
Que yacen bajo un cielo sin pupilas.
Sus alas, matizadas del celeste
De un sueño claro y limpio como el agua,
Se tornan en cenizas macilentas,
Preludio desgarrado de la nada,
En tanto se desangra sin azogue,
Herido de impotencia su fantasma.
El vuelo del pinzón mudó en cemento;
Jamás se oirá su canto en estos páramos.
Penetra la intemperie hasta su centro,
Que al centro de lo cóncavo se vierte.
Arde en llamas el pájaro, no obstante,
Legando los reflejos de su canto
Al ciego agonizar de los rescoldos
Que yacen bajo un cielo sin pupilas.
Sus alas, matizadas del celeste
De un sueño claro y limpio como el agua,
Se tornan en cenizas macilentas,
Preludio desgarrado de la nada,
En tanto se desangra sin azogue,
Herido de impotencia su fantasma.
El vuelo del pinzón mudó en cemento;
Jamás se oirá su canto en estos páramos.
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