Jessica era joven y ambiciosa. Se ofreció como limpiadora a su antigua jefa de departamento. Pedía la mitad de salario y prometía trabajar mejor que la vieja y fiel asistenta Loli, la de toda la vida. Desde los primeros días comenzaron a desaparecer cosas de la casa. La vieja asistenta, ante las dudas de su señora, tuvo el único acto de valentía de su vida y se plantó: No puedo bajarme más el salario, ni que me mire usted con desconfianza, o ella o yo. Y acabó por despedirse.
A las pocas semanas la joven asistenta , la Jessica de marras, fue descubierta en flagrante delito de hurto por descuido. La dueña, sin contemplaciones, la despidió de manera fulminante.
Moraleja: La fidelidad y experiencia con que nos atienden las personas viejas que desde siempre nos rodean, quizás no se la de mejor precio en cuanto a productividad horaria en el competitivo mercado de trabajo de hoy en día, pero sí que tiene un inestimable e insustituible valor.
Ilustración: Edgar Degas
(¢) Carlos Parejo Delgado
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